“Por qué salí a comprarle heroína a mi hija”: la desgarradora experiencia de la madre de una adicta

Padres en un tribunal

Pensé que tenía el poder para no hacerlo más y que no quería.

Nada de lo que tus hijos hagan podrá evitar que los ames, pero sentí un odio enorme. Estaba tan iracunda. Literalmente quería sacudirla de los hombros como a una muñeca y gritarle: “¡Por Dios, mira lo que te estás haciendo!”.

Cuando mis hijos eran pequeños fui una madre muy controladora. Tenían su horario para ir a la cama y comían sus vegetales y todo eso.

Pero ahora me sentía sin control. No podía decirle “no, no puedes salir. Tienes que venir a casa y quedarte y ponerte en orden”, pues ella contestaba “soy una adulta. Puedo hacer lo que me plazca”.

Estaba muy desilusionada, porque tenía grandes expectativas de lo que podía lograr. No lograba hacer nada.

Aunque las cosas cambiaron brevemente cuando empezó a darse cuenta de que no era feliz.

Solicitó entrar en el ejército, en la policía militar. Cursó el entrenamiento básico, le fue bien y logró un buen empleo con la policía militar.

Entonces pensamos que había vencido su drogadicción y dado un giro a su vida, y nos sentimos orgullosos.

Recuerdo haber pensado, “Oh, por Dios, lo logró. No sólo lo logró, lo ha hecho muy bien, con un muy buen empleo”. No nos dimos cuenta que el problema persistía.

Ganaba un buen sueldo, pero al cabo de un año empezamos a recibir sus llamadas cada fin de mes.

“No sé en que se me va el dinero, mamá. Simplemente desaparece. No tengo nada a fin de mes. No tengo dinero para comprar comida y otras cosas”, nos repetía.

Ante eso, le enviábamos un adelanto para el siguiente mes. No le estábamos dando dinero, era un adelanto hasta que le llegara el siguiente salario.

Pero durante todo ese tiempo nos escondió su problema,creo que porque se sentía avergonzada.

Volvía a casa y se asociaba otra vez con la misma gente, así que la veíamos muy poco los fines de semana. Y luego tenía que regresar a su base los lunes.

Pero pronto empezó a afectar su trabajo.

Notamos que se estaba cansando. Estaba agotada por haber salido de fiesta durante todo el fin de semana y luego haber trabajado a tiempo completo durante la semana.

Cuando no te has acostado desde el jueves y regresas el lunes directamente a trabajar quedas exhausta. Así que fue entonces cuando mpezó a pagar las consecuencias.

Creo que sus jefes y colegas se empezaron a dar cuenta de los cambios, porque nos comenzaron a llegar llamadas del ejército.Auto estrellado

Un lunes que regresaba al trabajo, después de no haber dormido durante días, estrelló su auto contra el separador en la autopista.

Mi esposo y yo nos dimos cuenta de que si no la frenábamos, se mataría o terminaría matando a alguien.

Así que, cuando me llamaron durante la semana desde el ejército, les dije.”Saben, creo que mi hija toma drogas los fines de semana y necesita que le hagan un control”.

Fue así como perdió su empleo.

Estoy segura de que está resentida conmigo por haberlo hecho, pero creo que le salvé la vida o la de otra persona.

Era cuestión de tiempo que se volviera a estrellar. Y eso hubiera cargado en mi conciencia para siempre.

Después de ello, se la pasó buscando sitios para dormir, de un sofá a otro, de un lugar de drogas a otro.

Había perdido su licencia de conducir, por hacerlo drogada. Así que pasó de ser independiente, con un auto, a no tener básicamente nada.

Una de las casas en donde vivía se incendió cuando no estaba allí, por suerte. Pero perdió todos sus artículos personales, todo lo que poseía.

Cada vez que la veía, nuestra relación dependía de su estado mental y de cuál era nuestra disposición para aceptar lo que era y lo que hacía.

Pero, llegó un punto en el que discutimos y nos dijo que no quería más contacto. Así fue como dejamos de hablar durante tres meses.

Finalmente llamó y dijo que eso no estaba funcionando.

Creo que pensó que el no tener contacto la haría sentirse mejor mentalmente, porque nosotros éramos un constante recuerdo de cómo su vida estaba yéndose a la deriva. Nadie más le estaba diciendo eso, sólo nosotros.Drogadicta dormida sobre una mesa

Nos pusimos en contacto otra vez y cenamos juntos por Navidad. Lo recuerdo bien porque era obvio que había consumido drogas durante la noche y no podía mantenerse despierta.

Cayó dormida con la cara en el plato con comida navideña. Era una señal de lo mal que estaban las cosas.

Al principio mi hija decía que tomaba drogas para divertirse. Después de unos cinco años de uso intenso, decía que era para anestesiar las emociones y anestesiar la realidad, para no preocuparse, no tener que pensar o molestarse.

En ese punto las sustancias no le daban placer. No creo que confiara en mucha gente, incluyéndome a mí, porque (en esas situaciones) te vuelves sospechosa de todo y de todos.

Nadie puede ayudar. Nadie sabe qué decir. Todo el mundo está desesperado por que sean buenas noticias.

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“¿Cómo te va?”, preguntan.

Y si las noticias son buenas, responden: “¡Oh, magnífico, magnífico!”.

Pero, en realidad, nadie quiere escuchar que todo sigue igual o peor. Y tampoco hay mucha ayuda profesional, a no ser que puedas pagar por ella.

De hecho, algunas veces acudimos unos terapistas privados. Tuvimos muchas conversaciones con ella sobre cómo planear el futuro. “Si haces esto y lo otro, tal vez puedas alejarte de las drogas”, le decíamos.

Hasta que llegamos a un punto en que la encerramos en su habitación.

Mi esposo selló con tablas las ventanas y echó llave a la puerta, pero no tuvimos éxito, porque la persona necesita querer hacerlo ella misma, y ella no quiso.

Al final, uno de sus compañeros, uno con el que usaba drogas, vino a la casa, amenazó a mi esposo y forzó la puerta para dejarla salir.

Finalmente, mi hija fue sorprendida robando de sus empleadores para financiar su adicción.

Había robado un cheque de los de atrás de mi chequera y lo cobró por un poco más de mil libras (US$1.500). La acusamos ante las autoridades.

Habitación de drogadicta

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